PREGUNTAS FRECUENTES

¿Cuáles son las causas de la parálisis cerebral?

Tradicionalmente se ha señalado a los problemas en el parto, especialmente la falta de oxígeno o hipoxia, como una de las primeras causas de la parálisis cerebral. Pero esta teoría pierde peso al comprobar que las mejoras en la atención al parto en los últimos cincuenta años no se han traducido en un descenso significativo de la prevalencia de esta lesión. De hecho, en ese momento se señalan, además de la hipoxia, otras circunstancias como causantes de la lesión tales como problemas en el desarrollo embrionario, infecciones, traumatismos o intoxicaciones.
En todo caso, la parálisis cerebral se define más por sus consecuencias funcionales que por su causa, que hoy se considera, en la gran mayoría de los casos, no precisada.

¿Cómo afecta la parálisis cerebral al desarrollo?

A diferencia de lo que sucede con el daño cerebral adquirido, lo que caracteriza a la parálisis cerebral es que se produce en la etapa prenatal o en la primera infancia, cuando el sistema nervioso central está en su etapa de desarrollo.

En general, el desarrollo neurológico de los bebés viene estimulado por la participación en el entorno: juegos, exploración, estimulación sensorial, interacción con otras personas, etc. Ahora bien, en el caso de los niños y niñas afectados por parálisis cerebral, esa participación en el entorno puede estar limitada por sus alteraciones motrices, sensoriales y comunicativas, lo que podría afectar directamente a la maduración de su sistema nervioso. Por ello es tan importante que el bebé participe de las actividades habituales y que cuente con todos los apoyos que necesite. La mejor estimulación es el juego y la interacción con la familia y con otros niños. Los tratamientos profesionales son fundamentales, pero deben equilibrarse con la participación en los entornos naturales.

¿Hay diferentes tipos de parálisis cerebral?

La parálisis cerebral no se define desde un punto de vista etiológico (por sus causas), sino por las consecuencias funcionales, es decir, por el tipo de alteración en el control muscular y por las extremidades afectadas.

En función del tipo de alteración en el control muscular encontramos:

  • Espástica: es la más frecuente y se caracteriza porque la persona afectada contrae de forma excesiva ciertos grupos musculares y por tener unos reflejos exagerados. Todo ello, a la larga, puede generar acortamientos y alteraciones posturales.
  • Discinética: se caracteriza por la variabilidad del tono muscular y por la presencia de movimientos incontrolados que interfieren, dificultan e incluso impiden sus movimientos voluntarios. Estos movimientos involuntarios pueden afectar a distintos músculos y ser variados: repetitivos o no repetitivos, torsiones o movimientos bruscos, por ejemplo.
  • Mixta: es una combinación de los síntomas motores espásticos y discinéticos.

Aunque esta es la clasificación y definición de las categorías más extendida, también se han considerado otras formas de parálisis cerebral:

  • Atáxica: sería aquella en la que se observa, sobre todo, la alteración de la marcha junto con titubeo del tronco y dismetría (ejecución de los movimientos con excesiva brusquedad, rapidez o amplitud).
  • Hipotónica: se caracteriza por el bajo tono muscular. Existen posturas contradictorias en cuanto a la inclusión de la hipotonía como un tipo de parálisis cerebral ya que en numerosas ocasiones la hipotonía inicial desaparece o bien evoluciona a otros síntomas motores.

En función de los miembros afectados, la clasificación que se hace es la siguiente:

  • Diplejía cuando las extremidades inferiores están más afectadas que las superiores.
  • Tetraplejía cuando la afectación es similar en las cuatro extremidades.
  • Hemiplejía cuando la afectación es en uno de los lados del cuerpo (derecho- izquierdo).

A esta clasificación, que es la más extendida, hay que añadir otras formas:

  • Monoplejía cuando la afectación es en uno de los miembros del cuerpo.
  • Paraplejía cuando la afectación es exclusivamente en los miembros inferiores.
  • Triplejía, cuando afecta a las extremidades inferiores y una extremidad superior.

¿Cuáles son los tratamientos para la parálisis cerebral?

Aunque el sistema nervioso central tiene cierta plasticidad, es decir, cierta capacidad de reestructurar sus funciones o generar nuevas conexiones neuronales después de una lesión, a día de hoy no existe ninguna posibilidad de que puedan revertirse las lesiones neurológicas de gravedad. Y la parálisis cerebral es, precisamente, una lesión neurológica grave. Y, a día de hoy, no existen técnicas para revertir las lesiones neurológicas graves.
Sin embargo, ello no quiere decir que las personas afectadas no evolucionen a lo largo de sus vidas y no puedan encontrar mejoras en su calidad de vida. De hecho, existen una serie de técnicas específicas, apoyos y actividades, que han demostrado su utilidad en la mejora de la movilidad, el desarrollo intelectual, la comunicación, la relación social y la autonomía personal. A ello hay que sumar el hecho de que todas las personas, independientemente de sus circunstancias neurológicas, tienen similares necesidades y se benefician de la educación, el deporte, la participación social y, en definitiva, de las diferentes oportunidades de desarrollo personal.

¿Qué incidencia tiene la parálisis cerebral?

Las cifras oficiales confirman que la parálisis cerebral afecta a una media de 2,8 personas por cada 1.000 habitantes independientemente de su sexo, raza y condición social y, a pesar de los avances médicos generalizados, el número de personas afectadas no solo no ha disminuido sino que ha aumentado muy ligeramente.